He visto negros a contraluz. Son cóncavos.
He visto la libertad postrada con una sonrisa cruel en el rostro que dice «así soy, ¿qué creías?».
He comido los tacos más caros de la ciudad y a la media hora los he vomitado en la acera.
He visto el hombre más guapo del mundo sin dientes.
He visto mi alma sin peso en el platillo de la justicia.
He visto a una mujer con piel de chocolate ametrallar el escenario con sus tacones, exhibir su tanga henchido por los genitales y alardear con arrogancia de su barba perfilada.
He visto hombres y mujeres en las barras de los bares muy arrugados, tan silenciosos. Estuvieron en la revuelta de Stonewall. La semana que viene ya no estarán.
He visto el recuerdo vivo del 11 de septiembre en los neoyorquinos que aún recuerdan. Helicópteros y ambulancias. El mundo entero se convirtió en helicópteros y ambulancias.
He visto una pareja de heroinómanos a la fuga a plena luz del día. Acaban de robar un carrito de la compra en el Whole Foods de la esquina. Del carrito cae un estuche con teclas de piano dibujadas. Ella se detiene, toca las teclas con sus dedos esqueléticos, llenos de mugre, y profiere un débil «so nice». Él la apremia a seguir huyendo pero ella no se mueve. Allí sigue, quieta.
He visto latinos masticando chicles azules y pegárselos en los cabellos crespos.
He visto blancos que no ven a nadie más.
He visto un judío ortodoxo salir corriendo por la puerta de atrás de un bar gay porque otro judío ortodoxo entraba por la puerta de delante.
En los pasillos subterráneos del metro he visto ratas que no te dejan pasar hasta que no terminan de comer.
Me he sentido viejo porque Nueva York es para fucking young bitches.
He visto al monstruo de las galletas comerle los pies a su master.
He visto la puesta de sol en Central Park.
Y en Coney Island.
Y cruzando el Puente de Williamsburg.
He visto las puestas de sol del mundo.
También he visto los ojos de Dios. Enormes.
He visto cataratas en el patio trasero de una casa y muelles en el río Hudson con banderolas de colores.
He visto excrementos en el suelo y en las paredes y en todas partes. Incluso en las manos y los cabellos. Incluso las moscas los rehuían.
He visto la necesidad real de matar y, aún así, no hacerlo.
He visto juguetes de Ohio que llaman «secreto» a sus relaciones.
En Lee Avenue he visto niñas que nunca levantarán la vista del suelo.
He visto vidas perfectas de mentira.
He visto una isla que son millones de tierras.
He visto dónde se extinguirá por primera vez la raza humana.
Y he visto que nadie importa una mierda.
Después de todo lo que he visto en Nueva York, no quiero ver nada más que no esté aquí.
Nueva York, 17 de mayo de 2022:
El domingo por la mañana participo en un brunch de dramaturgos. Así tendrían que ser todos los domingos.
Me acompañan en el brunch los autores de la sección competitiva de FUERZAfest: Leo Cabranes-Grant (Puerto Rico), Pablo García Gámez (Venezuela), Víctor Vauban Junior (Brasil) y Adriana Pantoja (Puerto Rico), estos dos últimos también directores de las piezas. Modera Jorge Merced, actor, director y activista gay.
Cabranes-Grant presenta
Las réplicas en el festival: Mientras Puerto Rico sufre las réplicas producidas por varios terremotos, una pareja gay con siete años de relación confronta la posibilidad de separarse. Un tratado sobre el amor, el sexo y el placer, con todos sus tabús incluidos.
García Gámez presenta
Las mártiras: La Barroca y Amapola, dos autodenominadas travestis, buscan a una tercera compañera para descubrir poco después que ha fallecido víctima de la transfobia. Un viaje en clave de comedia agridulce que reivindica la diferencia y la universalidad de las emociones.
Vauban Junior presenta L
a pietá: Después de un divorcio contencioso, Alberta se encuentra perdida y desesperada con su hijo menor Pablo, una joven transgénero al que no entiende. Una historia familiar sobre la culpa, la redención y las esperanzas.
Pantoja presenta
Buckle-up (podría traducirse como
Abróchense los cinturones): Iván, de 70 años, y Denis, de 26, se conocen a través de una aplicación de citas... pero ambos han mentido previamente en sus perfiles. Un encuentro para dialogar sobre el amor, la soledad y las diferencias intergeneracionales.
Destacar de esta última propuesta la incorporación en escena de dos actores más que interpretan la obra simultáneamente en lengua de signos. Aparte de su indiscutible valor inclusivo, el artefacto que se genera escénicamente, desde el punto de vista dramatúrgico y de dirección, es interesantísimo. Pantoja aclara en el brunch que no es la primera en incorporar el lenguaje de signos en el teatro puertorriqueño, los antecedentes se remontan a los años 60, pero sí sigue siendo una práctica tan minoritaria como ardua.
Después del brunch seguimos la reunión informalmente en El nuevo Caribeño. Como miembro del jurado, qué difícil tener que votar a unos u otros cuando es tanto el esfuerzo y el talento de todos.
Nueva York, 16 de mayo de 2022:
En 1933 John D. Rockefeller se dijo «para qué construir un castillo medieval con un solo claustro, con lo que me gustan a mí los claustros», y construyó un castillo medieval no con uno, ni dos, ni tres, sino con cuatro claustros. Y ya puestos, dos capillas románicas; y otra capilla más, gótica. Y todo ello a orillas del río Hudson, con vistas a las Palisades. Eso sí, aún no se sentía el amortiguado latido negro del Bronx, al norte, como se siente esta mañana.
Los Claustros pertenece al Metropolitan Museum of Art (The Met) y presenta piezas originarias de monasterios, iglesias y castillos del Medievo europeo. Una de las capillas románicas, por ejemplo, contiene piezas de Fuentidueña (Segovia); y la capilla barroca, muchas piezas de la Cataluña Norte. No se puede recomendar esta visita mejor que la recomiendan ellos mismos, estos americanos se las saben todas a la hora de vender: «Vas a Los Claustros para exponerte a las ideas. La gran cadena del ser humano se muestra allí».
Por la tarde, avisos en el móvil de tormentas eléctricas, clima extremo –lo que sea que signifique– e inundaciones en las calles al sur de Manhattan.
Eso sí, como el aviso del tiroteo de nuestro tercer día en Nueva York, ninguno. Nunca había oído esa alarma, qué brinco di. En fin, esta tarde será cuestión de quedarse en casa.
El viernes, final del Torneo de Dramaturgia. Se celebra en las Naves del Español, aunque yo la celebre desde mi cocina de Harlem. Las entradas están a punto de agotarse, si no se han agotado ya. ¿Qué actores escogerá en esta ocasión Lazona para leer
Perdona que te quiera?
Nueva York, 15 de mayo de 2022:
Más lluvia que nunca durante las tres horas que transcurren entre un doblete de obras y el siguiente. Esperamos enfrente del teatro, en El nuevo Caribeño, entre pollo, carne, arroz, yuca y cervezas a buen precio. Aprovecho para tomar notas y escoger mis preferidos del primer doblete. Por la ventana, tras la lluvia: tanto. Por estas calles Federico García Lorca se sintió libre, algo que nunca pudo decir de las calles de España.
Lourdes Bueno me anuncia que me encuentro en la primera etapa del denominado choque cultural y se alegra, así regresaré a España con ganas de volver a Estados Unidos de nuevo, me dice. Quienes me conocen bien saben que nunca me he sentido arraigado a ninguna parte, para bien y para mal. No tengo más raíces que las del teatro y el teatro es un territorio único, universal. Además, si yo tuviera algún superpoder, sería el de viajar con la maleta más pequeña de la galaxia. Tan ridículo como práctico.
El viernes que viene leen
Perdona que te quiera en la final del Torneo de Dramaturgia. La lectura dramatizada se celebrará las Naves de Matadero y siento mucho no poder estar allí en persona, es la primera vez que un texto mío pisa ese escenario... pero estoy en Nueva York escribiendo y dirigiendo, así que, por lo visto, lo de no ser profeta en su tierra también tiene su lado bueno. Muy bueno.
Hace muchos años entendí que nunca podría bilocarme; sí así mis hijos, los textos. También entendí que estos llegarían a los teatros antes que yo, por méritos propios, no por impulsarlos yo o una institución más preocupada por sus políticas y amiguismos que por el arte y la cultura. Y también entendí que precisamente por apostar por el arte y la cultura, mis textos sobrevivirían tras la muerte. Y si no, tiempo al tiempo.
Relleno las últimas valoraciones en la hoja del jurado y me voy corriendo al teatro. Hoy tenemos brunch de dramaturgos.
Nueva York, 14 de mayo de 2022:
Sylvia M me envía un bonito artículo de Leila Guerriero:
"Escribir".
Nueva York, 12 de mayo de 2022:
Ya estrenamos.
Después del emotivo discurso inaugural del festival por parte de Mario Colon, su director artístico, asistimos a la entrega de reconocimientos por parte de la Fundación Igualdad de Argentina y subimos al teatro, situado en la primera planta del Julia de Burgos Performance & Arts Center, donde los actores ya están preparados. Una vistosa proyección con el título de la obra recibe a los espectadores. Con lo poco que me atraían los audiovisuales, creo que a partir de este montaje voy a cogerles el gusto.
Apenas logro ver la función desde la cabina con tanto pie de luz, sonido e imagen, pero aún así logro disfrutar de los fragmentos en los que todo el peso recae en los actores. Están espléndidos. El aplauso final, cerrado e incluso con vítores, supone un merecido broche final para este trabajo presentado desde la honradez, el esfuerzo y el talento de todos sus participantes, tanto intérpretes como técnicos.
Llegamos a casa baldados por las emociones. Mañana seguiremos en Nueva York pero será una ciudad distinta, una ciudad con todo el día por delante. Bueno, con excepción de los días que tenga que acudir al teatro como jurado de la sección competitiva del festival. Pero, de momento, mañana es para nosotros y lo celebraremos en la Isla de los Gobernadores (metiendo barriga, como comprobaréis en las fotografías).
Nueva York, 9 de mayo de 2022:
La conserje y el vigilante del edificio en Queens donde se ubican las oficinas de la Fundación Jim Henson nos indican jovialmente que sin cita, no hay visita. E insisten: «¿Verdad que no tienen cita?». «No». «Pues no hay visita».
Llueve a cántaros, así que nos invitan a quedarnos en el vestíbulo hasta que amaine. De vez en cuando, otra sonrisita y «sin cita, no hay visita». Nunca amaina, así que nos despedimos y penetramos en la lluvia.
El Museum Of The Moving Image, conocido como MOMI, queda a dos manzanas de allí. Llegamos empapados. De repente, detrás nuestro empieza a aglomerarse más gente igual de empapados que nosotros. Hemos llegado justo a la hora de apertura. El taquillero nos recomienda coger el ascensor, subir hasta la tercera planta e ir bajando. Así lo hacemos.
En la tercera planta creamos nuestra primera película en stop motion. "Detrás de la pantalla", la exposición permanente, es una experiencia inmersiva en los procesos creativos y técnicos de producción, promoción y exhibición de películas, programas televisivos y entretenimiento digital. Más de 1400 aparatos del siglo XIX hasta la actualidad desfilan ante nuestros ojos incrédulos.
En la segunda planta, "Detrás de la pantalla" se convierte en un cuarto de maravillas. Ante nosotros se suceden la peluca original de la novia de Frankenstein, las prótesis de las mejillas de Marlon Brando en
El padrino, la máscara de Chewbacca, las maquetas de
Blade Runner, el guion de
Taxi Driver, la niña de
El exorcista, películas grabadas en quinetoscopio por Thomas A. Edison en 1894... y el Tut's Fever, una sala de cine para treinta espectadores que recrea los exóticos palacios pictóricos de los años 20 pintada íntegramente a mano, incluidas las esculturas de Theda Bara en la taquilla o James Dean, que yace en un sarcófago en la cripta.
Y, claro está, The Jim Henson Exhibition, una experiencia sin parangón para un profesional de Barrio Sésamo como Joan... ¡y también para mí!
Nueva York, 7 de abril de 2022:
«Siento un terrible dolor de cabeza» dijo Roosevelt. Y murió.
Visitamos la isla que lleva su nombre. Se sitúa en el río Este, entre Manhattan y Queens, y no hay nada mejor que llegar en teleférico, acompañados en su vuelo por las impresionantes vistas del Puente de Queensboro y aledaños.
La isla ha recibido muchos nombres: Minnehanonck es el primero del cual se conserva algún registro, se llamaba así por las gentes que habitaban las regiones boscosas nororientales de Norteamérica antes de la invasión europea. Minnehanonck significa algo así como «qué bien se vive en esta isla». Después llegaron los irlandeses y la isla dejó de llamarse así, claro está, para llamarse Isla de los Cerdos, no sabemos si en honor a los recién llegados o a la exportación ganadera. A continuación pasó a llamarse Isla Blackwell, por la familia con mayores rentas en la isla, aunque los neoyorquinos no tardaron en rebautizarla como la Isla del Bienestar por su profusión en asilos, prisiones y dos hospitales, uno para la viruela y otro para incurables. Los incurables eran personas que sufrían condiciones crónicas o severas, físicas o mentales.
Nos detenemos en 1887. La periodista Nellie Bly publica
Diez días en un manicomio. Bly se infiltró en el Manicomio de Mujeres para comprobar de primera mano si las historias que se contaban sobre todo lo que allí sucedía eran ciertas o no. Tras simular varios episodios de psicosis y amnesia en público, consigue que la admitan en el hospital. Una vez dentro, decide comportarse con absoluta normalidad, lo que los médicos consideran una faceta más de su locura. Bly empieza a escribir sobre las deplorables condiciones de la institución: golpes, ataduras, duchas de agua fría, ratas, carne en descomposición... También descubre que no es la única mujer cuerda ingresada allí. A los pocos días intenta salir por su propio pie, pero le niegan el alta. Logra salir al cabo de diez días, gracias a la mediación de su periódico, The New York World. Bly, además de ser considerada la primera periodista del denominado periodismo de investigación, fue corresponsal de guerra y también batió el récord de la época en dar la vuelta al mundo: lo consiguió en 72 días; pero estas son otras historias.
En una de las imágenes, una ilustración de 1865 de uno de los conocidos Bailes de Lunáticos que se celebraban en la Isla Blackwell.
Y en otra, por cierto, Cleopatra y yo esperando en la taquilla de su teatro... Quería contaros más sobre Franklin D. Roosevelt pero he perdido el hilo. Mañana sigo con él, Cleopatra y más.
Nueva York, 5 de mayo de 2022:
¿Qué diferencia hay entre lavarse las manos en un lavabo de Nueva York y lavarse las manos en un lavabo de cualquier otro sitio? ¿Somos acciones o somos nombres? Yo quiero ser acción: ser acción y contener todos los nombres posibles.
La próxima semana estrenamos
Wonderqueers. Hace días entregué el primer borrador completo, aunque la reescritura prosiga ensayo tras ensayo. Los tres personajes protagonistas, porque hay muchos más, son un caramelo: un gánster portorriqueño, su atribulado tío y un indigente con un oscuro pasado. Y quién me iba a decir que aprendería boricua en Nueva York.
Leo sobre Rusia. La realidad supera la ficción y las dictaduras superan cualquier realidad.
Nueva York, 29 de abril de 2022:Desde nuestra llegada, nos hemos sentido como en casa. En nuestra ciudad. Día tras día se han ampliado los horizontes, se han abierto nuevas calles y avenidas, introduciéndonos en pasajes y callejones abarrotados de basura y escaleras contra incendios.
Por la mañana, ruedan frente a casa y nuestra manzana retrocede medio siglo en el tiempo: fords, jaguars y chevrolets que parecen salidos de una exposición ocupan la calzada y los figurantes se preparan para entrar en escena al grito de acción. También ha nevado, nieve artificial, por supuesto, y en nuestro patio delantero han plantado un árbol y cubierto la verja con cubos de basura de la época. Por lo visto, en esta ciudad ha habido siempre basura, sea la época que sea.
Por la tarde, Coney Island. Por primera vez frente al Atlántico al otro lado del océano.
Nueva York, 28 de abril de 2022:
Algunos indigentes se convierten en visiones imborrables; otros contienen historias eternas que nunca se relatarán. Aquí os dejo una relación de los que más me han sobrecogido en las oscuridades del metro:
- El que se detiene en seco en el andén y profiere: «Me maté hace tiempo».
- El que se sienta enfrente y me dice: «Qué guapo eres, eres muy guapo, ¿tú sabes qué soy yo?, yo soy gay y tú, ¿eres gay? ¿Cómo te llamas? Eres muy guapo...». Ojo con darle tu nombre. Te contará una vida de dolor.
- El que hojea un legajo de papeles; primero en una dirección, luego en la otra. Son fotocopias de documentos extraviados, a duras penas reconoce su nombre en ellas.
- El ciego que se sube la mascarilla hasta los ojos para fumar.
Bajamos en Spring Street y recorremos Chinatown, el Soho y Little Italy, que perfectamente podría llamarse Little Spain. Los amigos que encontramos se entristecen por nosotros, dicen que nunca habían vivido en una Nueva York tan mediocre. «¿Desde la pandemia?», preguntamos. «Desde Bush», responden.
Los negros de Harlem, enaltecidos ayer en los jeribeques del poema, hoy se desploman contra la realidad.
Nueva York, 21 de abril de 2022:
Llegamos tarde al ensayo. Un suicida se ha tirado a la vía de metro. En las noticias informan que un hombre ha sido arrollado por un tren. En ningún momento se menciona que se haya quitado la vida. El suicidio, qué gran tabú, el fracaso por antonomasia de nuestra sociedad, el fracaso antibeckettiano.
Nueva York, 20 de abril de 2022:
Cortes de internet en la manzana donde vivimos.
Mario Colon me cede muy amablemente el despacho de reuniones de Hispanic Federation para la ponencia online de Texas Christian University. Hispanic Federation está en Exchange Place, doblando la esquina de la Bolsa, así que bajamos al Distrito Financiero.
El tema de la ponencia es el teatro en los límites de la vida y presento parte de mi corpus literario ante los estudiantes del Departamento de Español y Estudios Hispánicos de TCU. Aprovecho la coyuntura para hablarles de
Wonderqueers donde, aunque nos circunscribamos a los límites de la vida en Nueva York, también creamos personajes en los límites de sus vidas. En el turno de preguntas les confieso que cada vez disfruto más con la docencia. Hace años era más reacio a estas experiencias, prefería la escritura solitaria a cualquier otra opción y me refugiaba en una acerada timidez, pero con el tiempo he aprendido a aprender más y mejor y no hay mejor lugar para aprender, aparte de la vida (bueno, aparte de la vida, la cama, el teatro y las bibliotecas), que en una escuela y, por supuesto, en ambas direcciones.
Cenamos en un mexicano cercano y, de regreso a la línea 1, visitamos la Iglesia de la Trinidad, el Oculus y la Zona Cero. Por la noche, la Zona Cero permanece más oscura aún si cabe que la propia noche, como si la oscuridad de sus pozos emergiera cuando se cierran los cordones de seguridad, los policías se resguardan en sus vehículos y los turistas se alejan.
Después de la pandemia, Nueva York sí duerme por las noches.
Nueva York, 19 de abril de 2022:
El tiempo vuela en Nueva York. El tiempo y los suicidas.
El viernes acudimos a nuestro primer espectáculo de dragas en tacas o, lo que es lo mismo, drag queens en tacones. También es nuestra primera incursión en Brooklyn. Cumplimos con la cuota turística y visitamos el Ellen's Stardust Diner. La primera canción que suena nada más cruzar la puerta es «Suddenly Seymour» de
La tienda de los horrores. También paseamos por Chelsea, Little Island y High Line. Las entradas para la exposición de The Shed están agotadas y nos quedamos sin admirar su estructura plegable desde dentro. Al Vessel tampoco podemos acceder aunque por motivos muy distintos. El Vessel es una escultura gigante de Thomas Heatherwick que el público podía recorrer por su interior. Su forma recuerda a un jarrón o un panel de abejas de 46 metros de altura, una dimensión que atrajo rápidamente a los suicidas. Tras el cuarto fallecido por lanzarse al vacío desde su cúspide, cerraron el acceso a la escultura.
Empiezo a dudar si la gente es educada... o tiene miedo a todo.
Nueva York, 12 de abril de 2022: Tiroteo en el metro a unas cuantas estaciones de distancia de donde nos encontramos a esa hora, en la Calle 14. Las primeras noticias informan sobre quince heridos, el criminal a la fuga. Por la tarde, congestión, helicópteros y sirenas por doquier. La ciudad se tensa, como si inspirase mucho aire pero no lo soltara. Sus ojos, los ojos de Nueva York, nos dicen que todo esto es normal. No sé si la expresión es de miedo o de alerta.
Nueva York, 11 de abril de 2022:
Entramos en Central Park por el norte. El invierno abandona las orillas, en cuestión de días la primavera irrumpirá apoteósica. Llegamos hasta el embalse Jacqueline Kennedy Onassis y nos hacemos las fotos de rigor.
Hay tanto loco suelto por las calles que cuando se cruzan dos, se asustan entre sí.
Primer día de
Wonderqueers. Ensayamos en el Julia de Burgos Performance & Arts Center, en El Barrio, al este de Harlem. ¡Qué ganas!
Nueva York, 10 de abril de 2022:
Soñé mil veces que viajaba a Nueva York.
Ninguna de esas mil veces llegaba a pisar tierra. Unas veces era tan solo un deseo, otras veces una precipitación de prisas y maletas que se diluía con la mañana.
Hoy se han hecho realidad mil sueños.
Ayer nos despedíamos de Livina en nuestra pizzería favorita de Lavapiés. Después de un emotivo brindis con meloncello, Livina me pidió que escribiera un diario. Yo pensé: ¿Cómo puede saberlo? ¿Cómo puede saber que pretendía hacerlo? Llevaba tiempo dándole vueltas a este diario, quería empezarlo antes del viaje propiamente dicho, pero he sido incapaz de escribir una sola línea hasta subir al avión. Ahora nos encontramos a mitad de trayecto en mitad de la nada atlántica, cruzando a más de 900 kilómetros por hora una sucesión interminable de turbulencias y, al fin, escribo la primera frase de este diario. Todo viaje tiene algo de epifanía.
Podría volar siempre en la dirección del sol, por encima de las nubes, un día eterno. Mi mundo tendria la orografia de las nubes y la perfección de la ausencia humana. Y dejaría de escribir.
Vamos, que aterrizar me pone triste.
Aterrizamos en JFK. Llegar a Harlem, otra odisea.
© Fotografías: Carlos Be (2022)